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  • Foto del escritorRa´ha, Poimen

LOS CRISTIANOS Y EL MES DEL ORGULLO GAY.

LOS CRISTIANOS Y EL MES DEL ORGULLO GAY.

En cada año, el mes de junio se viste de arcoiris por todas partes. Vemos que todo el mundo se solidariza con las personas de la comunidad lgbt, y se promueve como nunca el orgullo gay. En muchas ciudades se celebran marchas y desfiles, se promueve la vida sexual de adultos en escuelas, y todo se ha convertido en una fiesta. Desde el punto de vista del cristiano las interrogantes pueden ser muchas, pero la más fundamental es: ¿qué ocurre con los cristianos durante este mes del orgullo gay?

Junio es el mes pride, el mes del orgullo gay, pero ¿por qué junio? Todo se remonta al 28 de junio de 1969, debido al allanamiento de un bar gay en Greenwich Village en Nueva York. Esto generó en disturbios en vecindarios aledaños durante tres días iniciando un movimiento que lucharía por lo que los homosexuales llaman sus derechos. De ahí en adelante se celebra cada 28 de junio el día internacional del orgullo gay, aunque en años recientes se intenta festejar el mes entero.

El llamado mes del orgullo gay ha pasado a ser una celebración internacional, y casi religiosa, como celebrar pascua, navidad, etc. Algunos lo esperan con ansias para promocionar abiertamente su estilo de vida, otros porque creen que es ideal para «salir del clóset»; también los promotores que desde los medios de difusión y comunicación bombardean como nunca durante este mes que les enorgullece.

El orgullo de ser homosexual pasa frente a la acera del cristianismo como una rebelión contra el Dios Altísimo. Es el grito de quienes levantan sus puños y sensualidad para gritarle al Creador que no se debe interesar en lo que ocurre en la intimidad del homosexual. Y que no debe entrometerse en la promoción que hacen de su sexualidad incluso en las aulas de clase de los infantes. ¿Nos interesa esto como cristianos?

Cristianismo y Homosexualidad.

Desde el punto de vista de la Biblia y el cristianismo, la homosexualidad es un pecado más como tantos otros. Es uno de los llamados pecados sexuales junto al adulterio, la fornicación, la bestialidad, etc. Se trata de una conducta ajena al plan de Dios para nuestras relaciones íntimas. Basta con sólo echar una mirada a nuestra anatomía y saber que estamos hechos para el sexo opuesto, que el hombre sólo se complementa con la mujer o viceversa.

Debido a la influencia de la Biblia sobre la humanidad, algunos han querido reducir su influencia en este particular alegando que la Biblia no condena la homosexualidad (lo que ha generado que muchos piensen que se puede ser cristiano y homosexual al mismo tiempo).

Pero la Biblia sí condena la homosexualidad, no sólo en un texto sino en muchos. Dios inspiró un capítulo para hablar de lo que condena como pecados sexuales en Levítico 18, y en el que se refiere a la homosexualidad como una abominación (Lev 18:22). La destrucción de Sodoma y Gomorra (Génesis 19:1-29 y Judas 1:7) no pasa desapercibida. Las listas de Pablo tocante a los excluidos del reino de los cielos es una lectura obligatoria (Rom 1:26-28; 1Cor 6:9-11). Además de ello, el modelo, patrón o diseño de Dios para las relaciones de pareja es estrictamente heterosexual, afirmado por Dios desde el mismo libro de Génesis 1:27, y confirmado por Jesús en Mateo 19:4.

El error de quienes se dejan arrastrar por «el mundo».

La agresiva promoción de la vida homosexual durante el llamado mes del orgullo puede ser fatal. Muchos quizá se han dejado arrastrar por ello. No puedo dejar de mencionar el intento de algunos de querer conciliar el cristianismo con la homosexualidad como si Dios tolerara el pecado. Eso es tan vano como quien quiere mezclar a Dios con el nazismo, el cristianismo con la lujuria, o la «cristianización» de la pedofilia. La única relación que puede tener el cristianismo con cualquier pecado es para rechazarlo, pues el precio pagado fue demasiado alto como para abrazarlo.

Esto tiene normalmente dos enfoques: algunos afirman que la Biblia no es la Palabra de Dios sino escritos falibles de humanos, y otros apuestan a que nuestras biblias están mal traducidas, por lo que presentan «interpretaciones adicionales» que suavizan la homosexualidad e incluso la permiten.

El silencio de los cristianos, ¿por qué esconder la verdad?.

Que los cristianos callen beneficia al movimiento homosexual. El infierno está levantando la voz con fuerza durante el mes del orgullo gay, vomitando ideologías antinaturales y perversas cuyo enfoque está mayormente dirigido a los niños. Y mientras el mundo promueve sus antivalores, los cristianos viven peleando entre sí haciendo caso omiso del verdadero enemigo.

La consecuencia de esto que al callar, dejamos de ser sal y luz. Y mucho de la decadencia de nuestra sociedad radica en que al guardar silencio nos hemos dejado pisotear por el mundo y la comunidad lgbt.

Jesús dijo:

Ustedes son la sal de la tierra. Pero, si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee. Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. (Mateo 5:13-15).

Dios quiere que asumamos nuestro papel de sal y luz, que la luz sea vista por todos y no que se esconda, a fin de transformar nuestras comunidades, ciudades y generación con la gracia, verdad y poder de Jesucristo. ¿Lo queremos nosotros?

Derribando la oposición.

Si de algo sabe el cristianismo, es de crecer en medio de las dificultades. No olvidemos que el cristianismo emergió en un lugar hostil como el judaísmo, y se enfrentó luego al mismísimo imperio romano. En medio de persecuciones, martirios y toda clase de dificultades, el imperio romano cayó mientras que el cristianismo siguió adelante.

No ha habido era o cultura en la que el cristianismo no haya vivido y florecido. La Iglesia de Jesucristo ha sabido echar raíces incluso en los lugares más hostiles que podamos imaginar. El cristianismo se ha enfrentado antes al paganismo y ha vencido. Se ha enfrentado a la hostilidad y persecución de detractores y ha avanzado. Sobrevivió a tiranías ateas, o invasiones religiosas, a ideologías culturales, y a conflictos de toda índole. El cristiano sabe que el cristianismo seguirá adelante porque Cristo va delante. Jesús prometió que ni las puertas del infierno podrían con su Iglesia. Así que podemos hacer frente a la ideología de género, a las marchas del orgullo gay, y a toda imposición que intente propagar mentiras y antivalores.

Sigamos siendo cristianos.

Lo único que debemos hacer en el denominado mes del orgullo gay, como en todos los demás, es seguir siendo cristianos. Verdaderos cristianos. ¿A qué me refiero? El mensaje de Jesucristo no ha cambiado: «arrepiéntanse». Jesús lo dijo una y otra vez. Y ese es el mensaje. El cristianismo tiene que ver con arrepentimiento, restauración y salvación. Dios tuvo misericordia de nosotros, y queremos compartir este mensaje.

Cierto que, aunque en esencia el mensaje del evangelio es el mismo, no obstante debemos discernir cómo presentarlo ante determinadas personas. No es lo mismo predicar a alguien que puede ser indiferente a las imposiciones del conglomerado lgbt, que a personas que conscientemente promueven la destrucción de la familia mediante la ideología de género. A algunos, el hablarles del amor de Dios les puede hacer pensar sobre su estilo de vida, mientras que con otros habrá que usar apologética, no sólo porque necesiten una explicación razonada, sino porque son enemigos de la cruz con doctrinas de lujuria o homosexualidad para pervertir masivamente.

Aunque se nos ha tildado de homofóbicos, intolerantes, fanáticos o retrógrados, etc., debemos identificar los argumentos y responder. Tenemos como tarea invadir todas las plataformas sociales para comunicar el amor de Dios. La gente no tiene que saber que hay orgullo en ser homosexual, pero sí tiene que saber que hay solución para nuestros pecados, que el amor de Dios sigue vigente, y que el diseño de Dios no es poca cosa. Estamos llamados a presentar defensa del cristianismo y sus valores (1Pedro 3:15; Judas 1:3). Ni aun las puertas del infierno podrán con la Iglesia de Jesucristo. El Señor va con nosotros.

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